martes, 1 de junio de 2010

Mi proyecto

Pocas veces conocemos nuestra historia. Como dijo Geroge Santayana, "Aquellos que no recuerdan su pasado, están condenados a repetirlo". No me refiero al pasado Azteca, a la Revolución industrial ni a la Época de la Colonia. Me refiero a algo un poco más existencial, algo ligado a la eterna pregunta: ¿De dónde venimos?

Todo empezó un día triste y nublado, mientas escuchaba a Nathalie contarme sobre los tiempos tan difíciles que pasó. Ella había nacido en una campiña de Bretagne, Francia. Vivió mucho tiempo en un granero mientras su padre arreglaba la casa para hacerla más... habitable, digamos. Nathalie, que no tenía mucho dinero, que vivía de ordeñar vacas, ahora era una de las personas más cultas que yo conocía. Con el paso del tiempo, se había convertido en azafata, hablaba tres idiomas y conocía los rincones más exóticos del planeta.

Ella me contaba con una sonrisa lo mucho que se divertía en casa, con su familia. Ahora, cuidaba a dos hijos que la amaban inmensamente. ¿Cómo es que una persona tan humilde, tan alejada del mundo llegó a ser tan grande, tan culta, tan humana? Ella no era el primer caso. Siempre escuchamos de gente que se supera y respira el éxito. Benito Juaréz no era más que un indígena de San Pablo Guelatao, Oaxaca y llegó a ser presidente de nuestra nación; Gandhi nació en la ciudad costera de Porbandar y ahora hacemos alusión a su nombre con el calificativo de "el líder pacifista por excelencia"; Juana de Arco era una pastorcita de algún campo perdido en Francia y habló con santos y arcángeles que a ayudaron a expulsar a los ingleses de su bien aimée patria.

Pero a mí Benito Juarez, Gandhi y Juana de Arco me sonaban muy lejanos. Admiraba a Nathalie porque la conocía, porque podía platicar con ella y escuchar su historia, en vivo y a todo color. Ella se había abierto las puertas. Incluso había superado la muerte de su hermano, por la que mucho tiempo se sintió responsable. GENTE QUE AVANZA CON LA FRENTE EN ALTO. GENTE QUE LA ARMA EN LA VIDA Y SIGUE ADELANTE. Esa es la gente que vale la pena conocer y admirar, con los que se pueden platicar horas y horas y no dejar de aprender, pues son como una enciclopedia escrita con tinta roja hecha de sangre, pasión y experiencia.

Yo podría platicar con Nathalie bajo la luz de la luna por horas sin cansarme. La veía a los ojos y pensaba "wow, ella sí que ha vivido". Me preguntaba si sus hijos conocían todas sus historias, si las recordarían. Fue entonces cuando me entró el miedo y la vergüenza. "Sé muy poco de mis padres y casi no sé nada de mis abuelos". Fue ahí cuando mi viaje en el tiempo empezó. De regreso a un domingo lejano, en el que mi abuelo nos relataba una anécdota de su infancia.

Era un domingo a las 4:30 PM. Como todos los domingos, comíamos en familia después de volver de misa. Mis papás, mis 4 hermanos, algún amigo, tal vez el novio o la novia de alguien, uno que otro tío , mis abuelos y yo. Mi abuelo comenzó a relatar algo que yo taché de aburrido y prehistórico. Luego dijo unas palabras muy extrañas: "... con mi mamacita, preguntando si podíamos saldar la deuda con leche...". Probablemente había oído mal. ¿Pagar una deuda con leche? ¿Cómo era eso posible?

Nathalie me había transportado a esa comida tan familiar que tuve unos años atrás. ¿Que sabía yo de mi abuelo? Alguien tan admirable como la francesa con la que estaba yo platicando, tal vez más. ¿Qué necesidad tenía yo de aprender de la vida en un lugar tan lejano? ¡Sobre todo teniendo a alguien en la casa de al lado de mi lejano México! Así es... este viaje al pasado empezó en Ploemeur, Bretagne. Y el destino final era Carretas, Querétaro.

Desde ese momento, me entraron unas ganas locas por saber más sobre mi abuelo. Más sobre sus deudas pagadas con leche. Lo había decidido: en cuanto pisara el suelo mexicano, le preguntaría más a mi honorable abuelo sobre su pasado, su infancia, sus desventuras. Le pediría que me contara historias sobre como conoció a mi abuela. Resolvería mil dudas sobre cómo llego a tener esa casa tan hermosa en la que yo he vivido toda mi vida. Le preguntaría sobre su pasado.